Muchas veces cuando tenemos ansiedad nos encontramos con
que, conscientemente o no , para poder disponer siempre de alguien cerca nos
doblegamos a las peticiones de los demás. Al principio lo hacemos de buen
grado, como una deferencia a alguien que nos acompaña en nuestros momentos de debilidad. Con el tiempo esta
forma de actuar se extiende a otras relaciones y a peticiones más exigentes de las personas
de nuestro entorno que encuentran en nosotros a alguien muy complaciente, pero
el hecho cierto es que ya no sabemos decir NO sin temer a que estas personas
dejen de apreciarnos. Nos hemos
convertido en personas inhibidas y sumisas.
Cuando somos así, inhibidos y sumisos, no defendemos nuestros
propios derechos , respetamos a los demás pero no a nosotros mismas. Nuestros
esquemas mentales son del tipo: "Lo que yo piense o sienta no importa.
Importa lo que tu sientas o pienses", "Es necesario ser querido y
apreciado por todo el mundo" o "si digo lo que pienso los demás se
molestarán conmigo". Los sentimientos que acompañan a ese comportamiento suelen
ser frecuentemente de frustración, impotencia, culpabilidad y baja autoestima,
ansiedad y temor. Los comportamientos
son inseguros: vacilaciones, bajo volumen de voz, bloqueos y silencios. Con
frecuencia tiene quejas no manifestadas hacia los demás del tipo: "X es
egoísta y se aprovecha de mí". Cuando ya no puede más puede experimentar
"explosiones" agresivas bastante incontroladas resultado de la
acumulación de tensiones.
Este problema aparece constantemente en consulta y uno de
los trabajos que tenemos por delante es conseguir una mejor autovaloración y
recuperar nuestra capacidad de decir NO. Para esto nos valemos del
entrenamiento en asertividad.
¿Qué es la asertividad?
La asertividad es la capacidad de autoafirmar los propios
derechos, sin dejarse manipular ni manipular a los demás. Los comportamientos
asertivos suponen un saber defender las propias necesidades frente a las
exigencias de los demás sin llegar a utilizar comportamientos agresivos o
violentos.