Hace nada…unos días.. he dejado voluntariamente que mi hijo
mayor se pegado un morrazo fantástico con sus estudios…de hecho llevo todo el
año esperando...esperando...ya que su actitud no era precisamente la adecuada para alguien que está en la uni. Esperaba la reflexión que ha venido después de los resultados…Sin sufrir…teniendo
que pasar lo que toque…Hay que decir que no es la primera vez que adopto esta
actitud, pero esta ha sido la más gloriosa…Por fin ha entendido que sin
esfuerzo no hay recompensa. He de decir que yo misma he sido durante años una madre
sobreprotectora en su caso, ya que padece TDAH.
Su hermano pequeño, en cambio, es
un megacrack en los estudios.
Dentro del estilo sobreprotector podríamos agrupar a los padres y madres que piensan:
“Yo soy totalmente responsable de lo que le pueda ocurrir a mi hijo/a”, “Debo cuidar en todo momento de mi hijo, todavía no es capaz de hacer esto por sí solo”, “Soy indispensable para él”, “El niño/a no sabe, no puede”, “Me sentiría culpable si algo desagradable le ocurriese”.
El fundamento de esta manera de relacionarse con los hijos podría deberse a diferentes aspectos:
Hiperresponsabilidad: Los padres piensan que el niño/a es un ser débil, ignorante, inexperto... a quien hay que proteger, evitando que se exponga a situaciones de riesgo en las que pueda sufrir algún prejuicio. Se consideran excesivamente responsables de su desarrollo.
Culpabilización: Al mantener la firme creencia de que tienen la obligación de proporcionar la mayor ayuda posible a sus hijos y evitarles cualquier tipo de problemas, dolor o inconvenientes, se sienten culpables cuando no lo consiguen.
Estas dos actitudes se presentan a menudo cuando tenemos
ansiedad…sobretodo intentando que
nuestr@s hij@s no nos vean pasándolo mal, no manteniendo seguro su futuro y sus
propios pasos, aprenderán una mala actitud para afrontar la vida….y así…no
vamos bien…
No es nuestra ansiedad la que afecta a nuestr@s hij@s sino
nuestros propios miedos a que les pase “algo”.
En general puede decirse que los niñ@s educados bajo un estilo educativo predominantemente sobreprotector pueden (no necesariamente)llegar a presentar:
- El desarrollo de un concepto de sí mism@ muy deficiente, ya que, al no haber podido poner a prueba su competencia personal, no puede sentirse satisfech@s de sí mism@s...Es muy probable que nuestros padres tampoco nos dejasen libremente enfrentarnos a la vida…
En general puede decirse que los niñ@s educados bajo un estilo educativo predominantemente sobreprotector pueden (no necesariamente)llegar a presentar:
- El desarrollo de un concepto de sí mism@ muy deficiente, ya que, al no haber podido poner a prueba su competencia personal, no puede sentirse satisfech@s de sí mism@s...Es muy probable que nuestros padres tampoco nos dejasen libremente enfrentarnos a la vida…
- Retrasos en el aprendizaje de habilidades de autocuidado personal y otras habilidades sociales. Es probable que nosostr@s tampoco nos cuidemos demasiado a nosotr@s mism@s...
- Se desarrolla con miedo a la autonomía, buscando constantemente seguridad en otros. Tal como hacemos l@s ansios@s al buscar personas de seguridad.
- Carencia de iniciativa para emprender acciones por cuenta propia. Siempre espera instrucciones. Nuevamente buscando la seguridad en sus acciones.
- Desinterés y despreocupación por los asuntos que le conciernen, basándose en la experiencia previa: “Ya me lo resolverán otros”. Esta apatía es peligrosa…pero en el fondo es lo que provoca ansiedad.
- Ansiedad al no ser capaces de afrontar los acontecimientos vitales de forma autónoma, lo que puede desencadenar problemas tales como: miedos excesivos, timidez, agresividad, problemas de conducta en casa y en el colegio, etc.
Sin embargo, es importante destacar que la educación predominantemente sobreprotectora no implica necesariamente que los todos problemas mencionados se vayan a producir, se habla de una mayor probabilidad de aparición. Queda claro ¿no?
A la mayoría de los padres le gustaría que sus hijos no se equivocaran, que no tuvieran que sufrir, y poder evitar esos malos momentos que ellos, a través de su experiencia, recuerdan como negativos. Hay que destacar que esto ¡no es posible!, ya que para que se conviertan en individuos capaces de actuar y defenderse han de desenvolverse por sí solos; a través del “aprendizaje ensayo-error” van a ser capaces de crearse sus propias estrategias de actuación y resolución de conflictos. El niño tiene que equivocarse y experimentar por sí mismo en un nivel de riesgo tolerable*
*Grupo Albor-Cohs (1998). Perfil de Estilos Educativos. En Manual de Referencia.
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