La semana pasada os pedí que me dejarais comentarios en el
blog o en el formulario de contacto y la cuestión que más solicitáis es esta
así que aquí os la voy a explicar.
Pero antes de empezar vamos a definir qué es un ataque de
pánico o también llamado ataque de ansiedad.
Un ataque de pánico es un conjunto de síntomas que pueden
darse de forma aislada, debido generalmente a una situación vital estresante, o
bien de forma más o menos frecuente ante estímulos determinados como por
ejemplo conducir o bien sin motivo aparente.
Algunos de los síntomas más frecuentes son: palpitaciones,
sudoración, sensación de ahogo, presión en el pecho, mareos o sensación de
vértigo, hormigueo, sensación de muerte inminente, sensación de
despersonalización, flojedad…Desde luego si se presentan dos o más de estos
síntomas a la vez las emociones de miedo y estupor ante lo que está haciendo tu
cuerpo por si solo son absolutamente comprensibles.
Ahora bien, resulta que los ataques de pánico son tu
respuesta natural al miedo, de hecho sin esta respuesta ni la humanidad ni
ningún ser multicelular habrían sobrevivido a la evolución. Así las cosas el
miedo, la respuesta ante un peligro inminente, nos prepara para huir, pelear o
inmovilizarnos para pasar desapercibidos, con todo lo que esto conlleva a nivel
fisiológico.
Entonces la pregunta es ¿porqué tu cerebro responde con
ansiedad ante situaciones inesperadas? ¿Qué es lo que hace que se dispare el
sistema de alarma?
Para estas preguntas existen varias respuestas:
1-
Existe realmente una tensión subyacente debida a
situaciones personales que hace que estés hiperalerta y tu cerebro reciba la
información de tus sentidos como un “ataque”. Así, calor, gentío, discusiones,
rupturas, situaciones sociales… pueden detonar un ataque de pánico. Esto es lo
que sucede en los casos de estrés y una vez resituada y elaborada una respuesta
adaptativa para aquello que causa la tensión, desaparecerán también los síntomas.